Lucca, igual que todos los niños y adultos, tienen un defecto antes de irse a dormir y es que no quiere irse a dormir, tan sencillo como eso, por eso cada noche hemos de cumplir un ritual. Una vez que Lucca está en cuna y antes de que apaguemos la luz de la habitación, Gabriela se queda con él un rato, desde hace dos noches explicándole un cuento que no es más que la historia de lo que ha hecho hoy. Esta noche se lo ha contado ella, ayer se lo conté yo, mañana me tocará otra vez a mi. Pasado el cuento y un silencio para que Lucca se duerma, su madre se levanta de la silla y se va, mientras Lucca me llama, es mi turno, yo también debo quedarme un rato con él. A veces me quedo y otras le invento una excusa, como que tengo que preparar la cena (habiendo ya cenado), tengo que lavar platos (con todo limpio), esas mentiras piadosas que se dicen para que Lucca se pueda quedar dormido sin que sienta que nos ata a su lado.
Una vez que yo me marcho, es cuando comienza el ritual. A los cinco minutos me llama: "papá, agua". Voy para allá y le explico que no tiene sed, que si bebe mucha agua por la mañana aparecerá meado (ya ha pasado varias veces), no obstante le doy un poco de agua. Salgo de la habitación y a los cinco minutos me vuelve a llamar, ahora parece que tiene y quiere que le tape, estamos en pleno verano y mi niño está muerto. Le tapo hasta las orejas pues parece que le a dormir con la almohada encima de la cabeza, no hay problema, yo le tapo. A los cinco minutos me vuelve llamar "papá, me pica el pie" así que me levanto y voy a bastar del pie, en y en el morro de indicarle con el dedo el lugar exacto donde toca rascarle: ¿que no se puede rascar él? pues parece que no se me necesite incluso para eso. Al rato me vuela llamar "papá me destapas?" así que voy para la habitación y ahora me toca destapa, sé que lo hace para llamar nuestra atención porque no quiere estar solo en la hora del sueño, pero parece como si estuviese jugando con nosotros, o al menos conmigo..
Después de este ritual que se repite todas las noches, por fin Lucca se duerme.
Lucca, igual que todos los niños y adultos, tienen un defecto antes de irse a dormir y es que no quiere irse a dormir, tan sencillo como eso, por eso cada noche hemos de cumplir un ritual. Una vez que Lucca está en cuna y antes de que apaguemos la luz de la habitación, Gabriela se queda con él un rato, desde hace dos noches explicándole un cuento que no es más que la historia de lo que ha hecho hoy. Esta noche se lo ha contado ella, ayer se lo conté yo, mañana me tocará otra vez a mi. Pasado el cuento y un silencio para que Lucca se duerma, su madre se levanta de la silla y se va, mientras Lucca me llama, es mi turno, yo también debo quedarme un rato con él. A veces me quedo y otras le invento una excusa, como que tengo que preparar la cena (habiendo ya cenado), tengo que lavar platos (con todo limpio), esas mentiras piadosas que se dicen para que Lucca se pueda quedar dormido sin que sienta que nos ata a su lado.
Alex Bergonzini
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