Nuestro nene es un pedazo de pan, es un sol, es obediente, es todo dulzura, un amor, un trocito cielo... pero cuando tiene un berrinche, cuando se desespera o se siente frustrado, eso si, que nadie se meta con él o acabará con un ojo morado y un brazo escayolado. Hoy venía de trabajar y me he encontrado a Gaby y Lucca entrando por la puerta, Lucca estaba enfadado pues quería abrir él la puerta. Apenas llega de puntillas al cerrojo pero ahí lo tenéis, haciendo esfuerzo para colocar la llave en el interior de la cerradura y girarla para abrir la puerta (hay que decir que la llave que estaba metiendo era la incorrecta y por mucho empeño y ganas que ponía, no hubiese conseguido abrirla). Así que después de muchos intentos, de meter y sacar la llave, caérsele al suelo, recogerla e intentar de puntillas meterla, el desespero le ha ganado y de esa fuente ha nacido el berrinche que ha sido harto difícil calmarlo. A los diez minutos y después de jugar con él ha desistido de las lágrimas, los gritos y de gestos compulsivos de enfados. Ahora buscamos explicaciones genéticas a todo esto… ¿será descendencia de papá o de mamá?