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La niña responde: "como mi primito: LucaS". Vale, no podemos castigar a la niña por tener mal oido, pero luego su madre repite: "Sí, como tu primo LucaS. Por si la escena no fuera poco, la buena de la panadera que aún está asumiendo sus funciones de recien llegada nos grita desde detrás del mostrador: "Es un nombre muy bonito, yo al mio también quería llamarle LucaS, pero mi marido no me dejo".
Yo asiento con una sonrisa, pido mi barra de pan y me anoto mentalmente no regresar más a esa panaderia, no es mi panaderia habitual donde almenos si que conocen perfectamente que mi hijo se llama Lucca. Vale, a lo mejor no saben distinguir que lleva dos cees, pero almenos si lo intentan.
Desahogos aparte, la tarde del viernes la hemos pasado juntos, jugando y riendo, paseando y mirando la luna, subiendo y bajando de los bordillos de las tiendas y aprendiendo que el caminar normal de mi hijo es correr, por que por muy despacio que le digas que camine, siempre arranca en un sprint.